Valentino me miraba con sus enormes ojos, y sabía que merecía una explicación. Pero ¿qué le decía? Fui a la cocina y me quedé allí por un momento, pensando en la explicación, pero nada se me ocurría. Valentino entró a la cocina y me quedó mirando.
— ¿Puedo comer galletas? — me preguntó.
Yo asentí con la cabeza, saqué el paquete de galletas y le di una. Después, me senté en el piso y empecé a comer yo también.
— ¿Me das más? — me preguntó.
Lo miré mal, pero después asentí y le di un par más. Él se sentó a mi lado y se quedó allí comiendo las galletas. Yo me quedé en silencio. No sé si pasaron horas o solo minutos, pero lo que sí sabía era que necesitaba decirle algo.
— Todo lo que dijo ese hombre es mentira — le dije.
Valentino me miró y asintió con la cabeza. Yo lo atraje a mi pecho y lo apreté con fuerza.
— Él... te quiere. Solo está un poco sorprendido — le dije mientras lo tenía apretado a mí.
Valentino se apartó de mí, me miró con una sonrisa.
— Lo sé, y tiene mucho dinero, mami —