Llamé a Jacob a la oficina. Necesitaba dejar un par de cosas resueltas antes de irme. Necesitaba que él tuviera siempre a la vista a Carolina. No confiaba en mi padre, al menos no tratándose de ella. Jacob entró a la oficina y me quedé mirándolo.
— Me iré mañana. Quiero que cuides a Carolina. Está de más decir que si le pasa algo, te haré a ti el doble — le dije.
Jacob negó inmediatamente.
— Yo iré contigo. No puedes ir solo. La chica se puede quedar con cualquiera — me dijo.
Respiré profundo.
— Mariano vendrá conmigo, y no confío en nadie más. Así que te quedarás — le dije.
Jacob puso mala cara de inmediato.
— Con más razón quiero ir contigo. Mariano es un inútil que no sabe cuidarse. No será de ayuda de nada — me contestó, mostrándose decidido a acompañarme.
— Puedo cuidarme solo. Así que deja de contradecirme. Te quedarás aquí y la cuidarás — le ordené.
Jacob negó con la cabeza.
— Te necesito aquí. Si no regreso, quiero que la desaparezcas. Si es necesario, cámbiala hasta