Llevé a Carolina a la habitación y la acosté en la cama. La miré y ella me hizo un puchero de disgusto.
— No te entiendo, Fabien. Eres cruel y compasivo, y me confundes. Dime qué es lo que realmente quieres o esperas de mí — me preguntó.
— Quiero que me ames. Quiero que me mires como me mirabas hace años — le respondí.
Ella empezó a negar con la cabeza.
— No puedo hacerlo. Tú me das miedo. Solo mírame — me dijo.
Me senté a su lado y acerqué mi cara a la de ella.
— Jacob me dijo que he despertado algo en ti, pero dudo mucho que haya sido amor. No se trata así a quien amas — me dijo.
Pegué mi frente a la suya y le di un suave beso en los labios.
— En mi mundo sí — le respondí.
Ella empezó a llorar.
— Quiero irme a casa, Fabien. Quiero estar con mi familia — me pidió.
Me separé de ella y me bajé de la cama.
— Te pareces a alguien que fue muy importante en mi vida. O tal vez ella se parecía a ti. Ahora no estoy seguro, pero no te dejaré sola. Dejarte ir sería como matarte y no