Al escucharla, él sintió que caía en un lago de muchos grados bajo cero, enfriando cada célula de su cuerpo, sin piedad. Él acomodo su cabeza en el pecho de ella y la abrazó fuerte, mientras lloraba desgarradoramente.
Allí, estaban ellos… bajo el reloj que, sin importar lo que sucede a su alrededor, sigue contando los segundos que pasan.
Luego de un rato, él levantó su mirada y le dio un beso que, ella no pudo evitar corresponderle, porque también tenía ganas de hacerlo de hacía rato.
-Preciosa mía, ¡no me importa lo que tengas! ¡Yo estaré junto a ti!
-No, esto es algo que voy a enfrentar sola. No sé cuánto tiempo me queda de vida y no quiero que te aferres a mí, sabiendo que, en cualquier momento te dejaré solo.
- ¡Nunca me dejarás solo! ¡Siempre estarás junto a m&i