Una mañana, mientras esperaban el comienzo de la reunión All-Hands Meetings, para charlar sobre los objetivos empresariales y contratos del mes, Camelia se acercó a su hija.
- ¿Por qué crees que aceptó representar a la empresa? –Inquirió, mirando a Diego, quién estaba sentado bebiendo un café.
-No lo sé, mamá. Supongo que porque mi padre se lo imploró.
- ¿Por qué crees que Valentino lo hizo?
-No lo sé, mamá. No leo su mente. –Respondió, Bella.
-No te enojes. Se me hace extraño que acepte verte a distancia, pero no hacerte parte de su vida.
-Él sabrá. Es libre de tomar sus decisiones. –Dijo la chica, suavemente.
-Bella, de verdad me duele tanto ver que, aunque sé que él te ama… No ha podido sanar su corazón.<