Llegamos a la vida de las personas por una causa, nos mantenemos por otra y nos marchamos por la unión de las dos anteriores. Sara es pianista y estudiante de medicina, quien durante sus vacaciones conoce a Daniel, enamorándose perdidamente sin saber que el chico sufre de desequilibrios mentales. Un trágico accidente hace que el árbol genealógico de su vida vuelva a ser unido por lazos de sangre inesperados ¿Perdonarías que un familiar te sea infiel con la persona a quién amas? ¿Cómo reaccionas ante el hablar de tus presentimientos? ¿Cómo comunicarte con un ser amado que ya no está? ¿Es cierto que durante un coma se llega a otra dimensión? Y si abusan de tu cuerpo ¿Cómo puedes superar el dolor físico y emocional? ¿Las drogas mitigan el sufrimiento? ¿El suicidio debería ser una opción? Dios está aquí, pero ¿Por qué suceden tantas desgracias? encuentra las respuestas de éstos interrogantes a través de la intriga, traición, sorpresa y drama sumergiéndote en el tren de la vida que, transita por los altibajos del camino y enfréntate a la forma en como reaccionas a las causalidades.
Ler maisNuestra naturaleza nos lleva a tener pensamientos que juzguen lo que observamos por vez primera, otorgando un significado muchas veces erróneo, por ello tengamos presente que más allá de nuestra vista, se esconden acontecimientos, frases o sentimientos que nos demuestran que lo percibido no es lo que parece. Todo suceso lo precede una causa y el desenlace que tenga dependerá de nuestra reacción frente al mismo.
“La vida es muy corta para estar razonando ante los disparos del corazón, por ello deja de detenerlo y navega una sola vez por ese primer impulso de pasión”
Eva González.
El desespero invadía el lugar ¿Dónde estaban los salvavidas? ¿Cómo era posible que en una playa tan recurrida no hubiese alguien que fuera a rescatar a ese hombre? Sentí, ¡debía hacer algo! por lo que interrumpí mi caminata diaria y le pedí prestado un flotador en forma de tiburón a un hombre que minutos antes había estado jugando con su hijo. Nade rápidamente y al llegar a él, estaba inconsciente, por lo que lo subí sobre el flotador y me sumergí mientras con una de mis manos halaba para llegar a la orilla y así nos manteníamos una distancia segura que no pusiera en peligro el rescate. “Que pesado es” pensé, para dar un poco de gracia a aquel trágico momento. Se oían gritos por doquier, pero nadie hacia nada por ayudarle, así que me convertí en la heroína de aquella escena que casi acaba con la vida del galán que se volvería protagonista de mi triste historia.
Estando sobre la arena, el hombre no reaccionaba, el oxígeno se estaba agotando en sus pulmones, así que era momento de poner a prueba mis conocimientos médicos y hacer una reanimación cardiopulmonar: uno, dos, tres; uno, dos, tres, repetía una y otra vez mientras presionaba su pecho para lograr que el agua que había ingresado a su cuerpo, saliera.
-Necesito que por favor se alejen. Disminuyen el oxígeno estando tan cerca.
Se oían murmullos y todos estaban a la expectativa de ver reaccionar al chico, cuando de repente, una chica se escabullo entre la gente y gritaba “estoy con él, permiso, permiso; abran paso, necesito verle”. En ese instante, el chico expulso el agua que había entrado a sus pulmones y tocia fuertemente. La gente gritaba de alegría al ver que había vuelto a reaccionar y me felicitaban por haber hecho “la obra del día”.
- ¿Cómo va a estar? -Preguntó la chica.
-Estará mucho mejor. -Contesté. - ¿Eres su novia? Necesita ser llevado a un hospital.
-Viene una ambulancia en camino. -Respondió un señor que se encontraba presente.
En ese momento aparecieron de la nada dos salvavidas preguntando quien había sido víctima de aquella corriente que, lo había tomado por sorpresa.
-Es Daniel Olivero. Estábamos nadando, pero cuando sentimos la corriente sumergiéndonos intentamos salir, pero él no lo logró. Yo estaba muy nerviosa, pero en medio del miedo logré llegar a la orilla. -Dijo ella. -El salvavidas la miró y asintió.
-De no haber sido por esta jovencita, éste hombre estaría muerto. De suerte que usted ha logrado llegar a la orilla sin ayuda. -Añadió el señor. - ¿Quién es usted señorita? –Inquirió, dirigiendo su mirada hacia mí.
-Soy Sara.
- ¿Eres rescatista?
-No, estudio medicina, pero me defiendo un poco en la natación. -Respondí.
-De no haber sido por ti, no estaría aquí. -Dijo el chico que, a duras penas, podía medio hablar.
-Necesitas ir a un hospital. Acaba de llegar la ambulancia.
Los paramédicos pusieron la camilla debajo de él para poderlo levantar y subir a la ambulancia que lo trasladaría al hospital más cercano. La gente me abrazaba y me daban las gracias por haber sido la única con el valor para ir a rescatar a un desconocido. Me sentía agotada, pero a la vez estaba satisfecha, porque cuando me sumergí lo hice por instinto de salvación y no por algún interés a ser elogiada por los presentes del lugar.
-Quédate aquí, iré solo. -Alcancé a escuchar cuando el chico le dijo a la mujer que, lo acompañaba.
-Puedo ir contigo por si necesitas algo.
-Quédate. Me dejaste solo, mientras tu si alcanzaste a salir. No olvides que quien te empujo para que la corriente no te halara fui yo; de no haber sido por esa chica, no estaría vivo.
- ¡Daniel, pero pensé que saldrías! -Exclamó ella.
-Pensaste mal. Solo pensaste en ti y no hiciste nada por ayudarme. Ahora no quiero hablar, estoy mareado.
- ¡Pero Daniel! -Insistía ella, mientras las lágrimas resbalaban por su rostro.
Minutos después de lo que parecía ser una discusión entre ellos, la chica se acercó a mí con la esperanza de encontrar un aliciente a su sentimiento de culpabilidad.
-Gracias por haberlo rescatado. -Dijo sollozando.
-Tranquila, no fue nada.
-Si lo fue. De no haber sido por ti, estaría muerto ¿Cómo te llamas?
-Soy Sara Rendón, ¿y tú? -Pregunté.
-Claudia Toledo. Soy… -la chica suspiro profundo- soy amiga de Daniel. -Añadió.
-Bueno, lo mejor es que vayas a casa y descanses. Ha sido un día agotador, ¿no crees?
-Él no va a querer hablarme. Siente que lo deje solo en el mar.
Miré a la chica duramente, fue algo que hice inconsciente, pero tenía razón. Ella solo pensó en salvarse y olvidó que él también necesitaba ayuda y más si gracias a él, se encontraba fuera de peligro, mientras él había estado al borde de la muerte y su amiga no avisó al salir que él se estaba ahogando. Al no obtener respuesta de mi parte, la chica solo se marchó y vi cómo se perdía en medio de la lejanía.
Media hora después todo estaba en calma nuevamente y los salvavidas del lugar, que ahora si estaban haciendo su trabajo, alertaban a la gente sobre la marea alta, por lo que muchos prefirieron quedarse en la orilla jugando con las olas que iban y venían. Por mi parte, fui a tomar un jugo en el restaurante que estaba en la playa y a donde llegaba todos los días luego de hacer mi recorrido diario.
-Debes estar agotada. -Dijo Carla, mientras me entregaba el jugo de fresa.
-Sí, no pensé que este día sería distinto.
-De no haber sido por atreverte a nadar hasta donde él, la historia seria otra.
-Si. Al menos me siento orgullosa de estudiar medicina. -Dije riendo.
-Para algo te sirve, ¿no? –Dijo en tono sarcástico.
-Sí, para algo servirá. -Contesté duramente.
Eran mis vacaciones veraneras, donde aprovechaba de hacer las cosas que más me gustan sin tener la presión universitaria, así que mis días eran un poco rutinarios, pero divertidos. Al llegar a casa le conté a mi madre lo que había sucedido y ella se sintió orgullosa de mi, aunque no evitó sentir un poco de enojo al haber puesto en riesgo mi vida por un desconocido, pero la hice comprender que mi vida se trata de eso: estar al servicio de los demás. No se trata tanto de ser ayudada, como de ayudar.
Las siguientes mañanas transcurrieron sin nada que las hiciera salirse de la rutina, hasta que, llegó el día en que, a partir de allí nada volvería a ser igual.
Sentí que alguien tocaba mi hombro y al darme vuelta, él me miró fijamente y no pude evitar sonrojarme ¡Nuevamente el destino nos acercaba! Y esta vez sí pude admirar toda su belleza.
-Parece que nuestros caminos necesitan unirse, ¿no lo crees? -Dijo mientras se sentaba y pedía un jugo igual al mío.
-No lo creo. Quizá es solo casualidad. -Dije fríamente.
-No por nada me salvaste la vida. -Sonrió y giró mi silla para quedar frente a frente.
-Pudo ser cualquiera. Casualmente fuiste tú. -Dije mientras giraba mi silla y miraba hacia la barra.
-No creo en las casualidades y una chica que es medica sabe que todo es precedido por causas que sobrepasan las casualidades.
-Tu dialéctica no me sorprende así que no insistas en llamar mi atención. Sin embargo, me alegra verte recuperado. Nos vemos después Carla, me saludas a Luna. -Dije mientras me ponía en pie para irme del lugar, intentando que los latidos de mi corazón bajaran la velocidad.
El chico fue tras de mí y me tomó por el brazo. Lo miré y me solté ¿Quién es él para creer tener el derecho de tomarme como si fuera suya? ¡Patético! Sin embargo, mi corazón seguía acelerado.
-Espera muñeca, déjame conocerte. Quiero recompensarte el hecho de haber salvado mi vida.
En ese momento caí en cuenta que no había cruzado palabras con él, así que ¿Cómo sabía que estaba estudiando medicina?
- ¿Cómo sabes que estudio medicina? -Inquirí.
-Pues tenía que investigar un poco sobre ti. Además, mucha gente te conoce. -Respondió.
-Más bien pienso que eres un psicópata que intenta seducirme hasta llevarme a la cama y luego desaparecerse o hacerme algo peor.
- ¡Vaya que mentalidad tan brusca! -Exclamó.
Lo siento, ¿fui muy dura con él? ¡No tengo la culpa! Creo que no cualquiera merece conocer lo mejor de ti. A veces es bueno que conozcan tu lado más insensible y oscuro y si insisten en quedarse, entonces merecen recibir lo mejor de ti.
-Típico de una doctora ¿No crees?
-Puede que tengas razón, pero también creo que tienes bonitos sentimientos, de no tenerlos no habrías arriesgado tu vida por alguien que no conoces.
-Sí, así es. -Dije mientras seguí caminando, sin dar importancia a lo que decía.
-Tienes algo que te hace ser distinta a las demás.
- ¿Ah sí? ¿Cómo sabes eso si no me conoces?
Una gran cantidad de aplausos se escucharon cuando finalicé de contar la historia de nuestras vidas. Los asistentes del auditorio se sentían muy felices y algunos lloraban, otros reían, pero todos elogiaban la fortaleza que tuve para relatar la historia de mi vida y de todos los que, hacen parte de ella.No pude evitar sonreír y derramar lágrimas al mismo tiempo, al mirar hacia las sillas y ver que todos estaban allí: Tifani y su familia, Ángel y Christine; Milán y mi madre; Luna y Carla; Ryan y su familia; menos mi hermana, Bella.-Sara, para nosotros ha sido un gusto que, nos contarás la historia de tu vida. Éste libro ha sido uno de los más vendidos y es un honor poder tenerte aquí leyéndolo a viva voz. –Dijo la presentadora.-El honor es mío. Gracias a ustedes por escucharme. –Dije.-Bueno, damas y caballeros, es un gusto para mi
Diego se puso en pie y siguió pronunciando las palabras escritas en aquella carta. –“Éste abrigo que hoy aprieta mi alma, me hace sentir estando en invierno, pero a pesar del frío, todos ustedes son la fogata que me brinda calor. Las sonrisas, el fulgor en la mirada, nuestros días de ensueño y las noches de desvelo, las siluetas libres al viento y los momentos de contar las rosas no llegarán a su final, porque más allá de esta vida, habrá un lugar donde nos volveremos a encontrar. Ésta no es una despedida, es un momento para que siempre me recuerden en la poesía, en la música y en el arte porque por siempre ¡Yo he de amarles!”.El silenció nos hizo no tener valor de pronunciar palabras, pero en el fondo de nuestros corazones presentíamos que, Bella estaba a punto de darnos una noticia muy dolorosa.Camelia se acercó a su hija y
Al final de éste viaje quedarán nuestros recuerdos, tal vez en el olvido o quizá en la memoria de quiénes nos tengan presentes. En el cielo siempre dibujaremos las bienaventuranzas que nos trae el porvenir y más allá del sol habrá un lugar donde el arcoíris siempre ilumina los matices grises que, quieren apagar nuestra luz. Agudiza tus sentidos y busca el amor entre el viento y las olas, como tu salvavidas si crees que te ahogarás en una catarata de dolor, búscalo en la decepción y la desesperación porque allí ¡También estará! Inspira tu alma en cada instante y así nunca sentirás que ha llegado tu final.“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”William Shakespeare.Cuando los recién casados vol
Al escucharla, él sintió que caía en un lago de muchos grados bajo cero, enfriando cada célula de su cuerpo, sin piedad. Él acomodo su cabeza en el pecho de ella y la abrazó fuerte, mientras lloraba desgarradoramente.Allí, estaban ellos… bajo el reloj que, sin importar lo que sucede a su alrededor, sigue contando los segundos que pasan.Luego de un rato, él levantó su mirada y le dio un beso que, ella no pudo evitar corresponderle, porque también tenía ganas de hacerlo de hacía rato.-Preciosa mía, ¡no me importa lo que tengas! ¡Yo estaré junto a ti!-No, esto es algo que voy a enfrentar sola. No sé cuánto tiempo me queda de vida y no quiero que te aferres a mí, sabiendo que, en cualquier momento te dejaré solo.- ¡Nunca me dejarás solo! ¡Siempre estarás junto a m&i
Un sendero de petunias, un te amo desde la entrada hasta la mesa donde se sentarían; en la mesa: una foto de ella y un anillo que colgaba de un globo; aunado a ello, las velas y las luces tenues, adornaban los árboles que rodeaban el lugar.Al llegar al restaurante, un mesero guío a Bella hasta el sitio de reserva. Ella detallaba el sendero y el observar bien, notó que a cada paso había fotos de ellos, se arrodilló y no pudo evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas.Al sentarse, sintió que alguien colocaba las manos en sus ojos.- ¿Eres tú? –Preguntó, con voz temblorosa.-Soy yo… espero que, no te enojes con Sara.-Ahora sé porque estaba tan sospechosa cuando hablamos por teléfono.- ¿La conoces mucho?-Ella no es una persona difícil de darse a conocer con las personas que quiere.-Ella&
Una mañana, mientras esperaban el comienzo de la reunión All-Hands Meetings, para charlar sobre los objetivos empresariales y contratos del mes, Camelia se acercó a su hija. - ¿Por qué crees que aceptó representar a la empresa? –Inquirió, mirando a Diego, quién estaba sentado bebiendo un café.-No lo sé, mamá. Supongo que porque mi padre se lo imploró.- ¿Por qué crees que Valentino lo hizo?-No lo sé, mamá. No leo su mente. –Respondió, Bella.-No te enojes. Se me hace extraño que acepte verte a distancia, pero no hacerte parte de su vida.-Él sabrá. Es libre de tomar sus decisiones. –Dijo la chica, suavemente.-Bella, de verdad me duele tanto ver que, aunque sé que él te ama… No ha podido sanar su corazón.<
Último capítulo