Cassandra Montemayor salió del restaurante Lumière con el corazón martilleando contra su pecho. La imagen de Sebastián abrazando a Danaé se había grabado a fuego en su retina, una fotografía mental que parecía burlarse de ella con cada parpadeo. El frío de la noche la golpeó con fuerza, pero apenas lo notó. Su cuerpo entero ardía con una mezcla de humillación y rabia. 

"Siempre lo supe", pensó mientras caminaba apresuradamente por la acera, esquivando a los transeúntes que la miraban con curiosidad. "Siempre supe que era solo cuestión de tiempo". 

Las lágrimas&