El restaurante Lumière brillaba con su característica elegancia. Las lámparas de cristal proyectaban destellos dorados sobre las mesas de mantel blanco, creando una atmósfera íntima que Danaé había elegido estratégicamente. Sentada junto al ventanal que daba a los jardines iluminados, jugueteaba nerviosa con la servilleta de seda mientras consultaba su reloj por quinta vez. 

Sebastián llegaría en cualquier momento. 

Danaé Montemayor había calculado cada detalle de su apariencia. El vestido azul noche que resaltaba el tono pálido de su piel, el cabello recogido en un moño