Mundo ficciónIniciar sesiónFlorencia cruzó el restaurante como si fuera una pasarela.
Cada cabeza giraba: hombres, mujeres, meseros. Era ese tipo de belleza que demandaba atención sin pedirla.
Cassandra la observaba acercarse y sentía cada kilogramo de su embarazo, cada centímetro de hinchazón en sus tobillos, cada arruga de cansancio bajo sus ojos. Florencia llegó a su mesa con una sonrisa que iluminaba su rostro perfecto.
—Bas. —No Sebastián. Bas—. Te ves bien. El matrimonio te favorece.
Se inclinó y besó ambas mejillas de Sebastián con una familiaridad que hizo que Cassandra apretara los puños bajo la mesa. Él se tensó visiblemente. No apartó







