98: Un nuevo enemigo.
Los disparos estallaron como truenos dentro de la casa. El eco retumbó en mis oídos mientras corría hacia la cuna. Lo tomé en brazos, apretando a mi hijo contra el pecho con una desesperación que me quemaba la piel.
Mi mente era un torbellino. No entendía qué estaba pasando, no sabía de dónde venían los tiros ni qué debía hacer. Todo era un caos, una niebla espesa de miedo y confusión.
Los disparos continuaron, cada uno más cercano, más violento. Luca rompió a llorar con un grito agudo, desgarrador. “Shh, mi amor… tranquilo, por favor…” susurré, pero mis palabras se ahogaron entre los estruendos. Nada podía calmarlo. Nada podía calmarme a mí.
Me lancé hacia la puerta y eché el seguro con manos temblorosas. Sabía que no serviría de mucho, pero al menos me daba unos segundos. Un respiro. Un instante para pensar… si es que todavía quedaba algo que pudiera hacer.
El pestillo de la puerta empezó a girar con una violencia que me heló la sangre. Luca lloraba cada vez más fuerte; su llanto er