NARRADOR.

Elías despertó en un estado de felicidad. Era la primera vez en muchos años que se sentía completo, como si la oscuridad que siempre lo había envuelto se hubiera desvanecido por un momento. Nada podría estropear su buen ánimo esa mañana. A su lado, Carolina seguía dormida, enredada entre las sábanas, con una expresión de serenidad que él juró proteger a toda costa. Le dio un suave beso en la frente antes de levantarse de la cama.

Carolina también despertó con una sensación extraña: la sensación de estar segura. Tener a Elías a su lado le proporcionaba una fortaleza que desconocía que existía. Su corazón, herido en tantas ocasiones, comenzaba a latir con nuevas esperanzas y le gustaba como se sentía.

Llegaron al hotel de la mano. Marisa fue la primera en notar su llegada y, con una sonrisa sincera, los felicitó por su compromiso. La oficina estaba repleta de flores enviadas por socios, empleados e incluso clientes, el chime del compromiso se había esparcido como pólvora, todo