NARRADOR.

El trayecto de vuelta a la mansión se llevó a cabo en silencio. Carolina miraba por la ventana, sintiendo una mezcla de emociones complicadas. La cena había sido tensa, la llegada de Graciela inoportuna y Juliana, simplemente desagradable. Sin embargo, lo que más la ocupaba era la manera inesperada en que Elías había hecho pública su promesa. "Mi prometida", esas palabras aún resonaban intensamente en su corazón.

Elías, al volante, la observaba de reojo. Era consciente de que su mente estaba inquieta y que la mujer a su lado no se dejaba impresionar fácilmente. Al llegar a la mansión, le pidió al personal que no los interrumpieran y tomó la mano de Carolina para llevarla a su oficina. Necesitaba hablar y aclarar muchas cosas.

La oficina de Elías era espaciosa, con paredes de madera oscura, estantes repletos de libros sobre economía, política y conflictos bélicos, y en el centro, una imponente mesa de roble. Las cortinas de terciopelo rojo estaban un poco abiertas, permitiend