Emma
Bajé del estrado temblando. Mis piernas apenas respondían, el estado de nervios que me invadía era abrumador. No tenía idea de si todo esto marchaba bien o mal; solo sabía que Theo se había visto involucrado en este lío y eso me hacía sentir pésimo.
No estaba en mis planes complicarle la vida a nadie, y mucho menos a él. Apenas comenzábamos a ser algo más que amigos, y ya estaba metido en un drama familiar del que ni siquiera era responsable.
Llegué a mi lugar como pude. James se acercó a mi oído y me susurró que todo iba bien; solo tenía que ser paciente, porque esto podría durar horas, incluso más de un día.
— Llamamos a la señora María Fournier a declarar —anunció el juez, y mi corazón se hundió al escuchar su nombre.
La madre de Nicolás. Genial.
María se levantó de su asiento con aires de superioridad. Llevaba un traje de falda y saco rosa pastel, y su cabello estaba recogido en un moño prácticamente perfecto. Su manicura, recién hecha, resaltaba mientras hacía el juramento.