Alma, es heredera de una de las familias más poderosas de Andalucía, Christian, un sacerdote entregado a su vocación y al servicio de Dios, ambos guardan el secreto de un amorío muy pasional ocurrido ocho años atrás, sin embargo, cuando creyeron que nunca más se volverían a ver, la vida les tendrá preparado un reencuentro en el pueblo donde todo surgió. Pero cuando aquellos castos labios retornen a su mirar, será cuando él se pregunte si caerá en pecado o mantendrá su celibato, mas la tentación no será lo único que oculte el pueblo de Andalucía, pues hay muchos secretos por revelar y que están resguardados entre las paredes de la santa iglesia. Registrada en SafeCreative Código de registro: 2304074002136 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Prohibido cualquier forma de comercialización, distribución o plagio de esta obra.
Leer másFAMILIA MONTENEGRO:
-Matrimonio: Francisca de Montenegro y Claudio Montenegro
-Hijos: Raúl, Francisco y Alma.
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FAMILIA VALENCIA:
-Matrimonio: Sarah de Valencia y Rogelio Valencia
-Hijos: Juan Carlos, Christian y Pablo.
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FAMILIA SANTODOMINGO:
-Matrimonio: Mariela de Santodomingo y Pedro Santodomingo
-Hijos: Manuel y Lucía.
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FAMILIA DE LA ESPRIELLA
-Matrimonio: Cecilia de la Espriella (Viuda) y Ovidio de la Espriella (RIP)
-Hijos: Mariana, Carolina y Vanesa.
(…)
Dicen que la vida de un sacerdote no es fácil de sobrellevar cuando renuncia a tener una esposa, hijos, nietos, generaciones de lo que pudo ser se desvanecen dándole paso a las obras que Dios nos permita hacer en vida. Jamás vi lo malo en eso, desde mi juventud supe lo que quería y nunca me arrepentí de las decisiones que tomé respecto al tema.
Sin embargo, sí existe algo que pesa en la consciencia de todo hombre que decide entregar su vida a Dios y es el secreto de confesión, aquel acto tan íntimo donde uno se convierte en el puente entre la persona y nuestro padre todopoderoso, un puente que puede acabar contigo como hombre llegando incluso a perder la fe en la humanidad y es ese el motivo por el cual hoy me encuentro escribiendo esta carta.
Las familias al inicio de esta hoja poseen una extensa historia llena de secretos, mentiras, traición y sangre que al final las termina uniendo inevitablemente; siendo los hijos los únicos que me preocupan al convertirse en las víctimas de todo este mal. Los vi crecer, jugar y hacerse amigos hasta que los años, o más bien, la influencia familiar, los llegó a separar en gran medida.
Dios, sé que lo que haré no me concederá tu perdón, pero te pido que protejas a estos jóvenes que son inocentes de toda culpa, guíalos y no permitas que sus vidas se vean más afectadas de lo que ya están, porque algunos llevan inevitablemente una cruz más pesada que otros sin saberlo cuando no la merecen.
No sé si algún día alguien encontrará esto, pero si lo haces, te pido que por favor hagas lo correcto, sé que estoy violando un sagrado voto al haber escrito todas estas confesiones; así como sé que no seré perdonado por esto, pero si al menos puedo encaminar a alguien con estas verdades y hacer que termine el suplicio que en secreto se vive dentro de este pueblo, entonces me daré por bien servido.
P. Marino José Ocampo.
Párroco de Andalucía.
Un año después. Este último año trajo muchos momentos difíciles para mi familia, incluso para Enrique y Claude quienes han tenido que lidiar con mucho en sus vidas de la misma forma en que lo hicimos Alma y yo, pero nunca nos faltó el apoyo entre los cuatro. También me habría encantado tener el apoyo de Monteiro y más porque sé cuán cercano se hizo a Alma, pero desgraciadamente no contábamos con su compañía, no obstante, su partida no fue la única que lamentamos, especialmente hoy que es un día gris para mí. Es duro tener que verme al espejo vestido de negro para ir a un funeral. No pensé recibir esa noticia a medianoche y lo peor era tener que ver a mi hijo llorar por su ausencia, él no tenía ánimo de nada y solo quedaba en mis brazos siendo sus sollozos lo único que se escuchaba. Caminé hacia un lado de la habitación divisando la cuna donde reposaba tan dulce figura, el tercer regalo más bello que me dio mi amor, pues en mi cabeza y mi corazón Ángela seguía siendo mi hija aun cua
Me encontraba en una silla disfrutando la vista paradisiaca frente a mí, la brisa pasaba suavemente refrescando el caluroso día mientras el sol pegaba con intensidad. El mar acariciaba la arena con cada ola bañando su piel, la misma que prendía la vista de los ojos pecaminosos que tenía a su alrededor. Salió con tal sensualidad del agua, que parecía brillar con cada paso y llegó a la arena moviendo un poco su cabello para retirar el exceso lanzando a su vez una sensual mirada con una pícara sonrisa al ver el deseo en los turistas. Se inclinó tomando sus prendas las cuales vistió lentamente con un serpentino movimiento, todos estaban boquiabiertos disfrutando la escena hasta que ella se giró permitiendo ver con mayor claridad el hábito y seguido, acomodó el rosario en su cuello. Todos quedaron con una incómoda erección, pero tampoco le quitaron la atención de encima al verla caminar hacia mí, la recibí entre mis brazos con un profundo beso acompañado de mis manos en su trasero. Al se
Alma No cabe duda de que esta sorpresa fue la más increíble de todas, claro que me habría encantado tener a nuestras familias con nosotros, pero tener la compañía de los hombres más insólitos que he conocido en mi vida y en el lugar más… bueno, no hay una sola palabra que lo describa, es lo más grato del mundo, en especial cuando tienes un hombre-demonio como Claude dispuesto a hacer tanto a tu favor. —Es increíble cómo te armas los planes de la nada —comenté a Claude en lo que veíamos a los demás a lo lejos hablando con el papa Carruzo y otros sacerdotes. —De la nada no, gatita, todo lo calculo al detalle y manejo el itinerario a mi favor. —¿Y Christian sabía de esto? —Algo así… Digamos que hablamos del tema cuando terminó su periodo depresivo por la separación y él me confesó que estaría dispuesto a estar contigo si la vida le daba otra oportunidad, así que solo te di un tiempo prudente y en cuanto supe que vendrías a Europa me encargué de lo demás. —Pero era imposible que sup
Dos años después Alma —¿¡Qué!? ¿Cómo es posible si ayer confirmé? —Lo siento, es lo que dice el sistema. —¡Me importa poco, no perderé mi tiempo por un error de ustedes! —Bueno… Si lo desea podemos ofrecerle una noche en el mismo hotel y en el transcurso del día le informaremos cuándo sería su vuelo. —¡Oh! Gracias por su ayuda, menos mal me ofreció otra noche en el hotel —solté sarcástica al borde del colapso. Estaba que lo destrozaba en cualquier segundo. —No quiero otra sorpresa o juro que me escucharán como nunca, es la tercera vez que salen con un contratiempo y no dejaré pasarlo de nuevo. Salí hecha una furia, estaba harta de tanto problema, antes no sé cómo no aniquilé a nadie. Caminé por la zona logrando tranquilizarme hasta encontrar un café que con su solo aroma me atrajo, hice mi pedido y en cuanto di el primer sorbo sentí de nuevo mi hogar, mi familia, aquella que dejé tiempo atrás. Reconozco que a pesar de los contratiempos el viaje ha sido espectacular y este pequeñ
Christian Cerré la caja y caminé con esta hasta Alma quien seguía inquieta por mi silencio, pero ahora mismo debía hacer algo más importante antes de responder esa pregunta. —Hay algo que nunca me dijiste. —¿Qué? —¿Nuestra hija reposa en algún lugar especial? —Sí. —¿Podrías llevarme? Quiero verla. Fuimos hasta un punto apartado del pueblo al cual no había ido hace mucho, fue el primer lugar al que salimos cuando recién nos hicimos amigos, el cementerio… Alma y yo compartíamos un gusto por este lugar muy particular, porque en vez de verlo como algo triste y negativo, apreciábamos la paz que generaba en las mañanas cuando el sol calentaba esta tierra. Recuerdo que en ocasiones limpiábamos las tumbas más abandonadas o las que algunos vandalizaban por gusto. —Es esta —pronunció quedando frente a una lápida de mármol con flores blancas. —Cuando supe que sería niña debatí mucho sobre el nombre, pero el día que falleció decidí ponerle este. Caminé a paso lento y seguro quedando a su
Alma Es increíble ver cómo pasaron nueve años en un abrir y cerrar de ojos, así como también es increíble que hoy pueda estar en el parque frente a la iglesia con mis sobrinas. Nunca me atreví a pisar este lugar con ellas al recordar inevitablemente la fatídica noche en que perdí a mi hija y aun cuando todavía lo hago, ya no es con dolor y resentimiento, sino con paz interior y la felicidad de verlas sonreír mostrándome la imagen que pude tener con mi niña. Estos meses han traído consigo demasiados cambios en las vidas de todos, comenzando con el nacimiento de Felipe; el hijo de Juanca y Lucía, pero no solo él nos trajo felicidad con su llegada, sino que también se le sumó Franco; el hijo de Mariana y Raúl, una sorpresita que se tenían bien guardada ese par. Asimismo, tuvimos despedidas como lo fue el entierro de Mariela, mismo al que no quisieron ir ni sus hijos, pero sí lo hicimos Sarah, Rogelio y yo, no hubo lágrimas, pero al parecer Sarah sí pudo quedar más tranquila al darle e
Último capítulo