17• El padre de mi bebé.
El sonido de los cubiertos contra los platos llenaba el silencio de la cocina. Yo jugaba con el pan en mi plato, arrancando pedacitos sin comerlos, como si así pudiera distraerme de la tensión que se respiraba en la mesa. Richard estaba frente a mí, impecable, serio, desayunando en un mutismo que me volvía nerviosa. Ni siquiera parecía concentrado en la comida. Solo… estaba ahí, observándome.
Yo fingía mirar al plato, pero lo sentía. Su mirada clavada en mí era un peso tangible sobre la piel, un roce invisible que me aceleraba el pulso. Era imposible no pensar en la noche anterior, en lo que habíamos hecho, en cómo había cedido de una manera tan absoluta que todavía me ardía la memoria. Y ahora estábamos aquí, desayunando como si nada, con Grace moviéndose por la cocina como si no hubiera una tormenta explotando entre nosotros.
Quise decir algo, cualquier cosa, para romper la tensión, pero no me salían las palabras. La boca se me secaba y lo único que conseguía era sentir esa presión