—No— Dijo en voz baja y calmada. —Has sufrido mucho, hijo mío y lo que menos necesitas es arrodillarte ahora— Los ojos del hombre se posan en Dorian y luego en mi nuevamente. —Alessio, sé que en estos momentos estas lleno de dolor y rabia, pero créeme, matarlo no es la solución a tus problemas.
—Quizás no, pero al menos descargaría mi rabia— siseé, mi voz llena de enojo y dolor. El coraje se me atoraba en la garganta, y el dolor en mi corazón me hacía sentir como si estuviera a punto de estallar. Mi respiración era agitada, y mis músculos estaban tensos, listos para explotar en cualquier momento.
—No manches la memoria de ella con este acto vil y cruel, Alessio.
Cuando él dijo esas palabras sentí como la respiración se me cortó de tajo, mis ojos se abrieron de par en par e incluso podría decir que mis ojos se dilataron. Estaba claro que él sabía que ocurrió con mi hermosa Ginebra... quería respuestas, querías saber que ocurrió con ella, como es que abandonó este mundo de forma repenti