~Dominic~
La fuerza del lobo de Damien era enorme, algo que viene con el título otorgado. Sus zarpasos son rápidos, sus fauces mortales, sus golpes certeros; en cada movimiento estaba la palabra "peligro" escrita y debía tener cuidado.
No podía dejar que un mal golpe nos derribara. Alana me espera allá atrás; puedo sentir su miedo, su angustia, pero no íbamos a caer.
Lark se lanza sobre él, acorralándolo contra la tierra, sus fauces moviéndose hacia el cuello de nuestro enemigo, tratando de cerrarse.
Podíamos sentir el dolor en cada hueso, en cada parte del cuerpo, con cada herida que sus garras abren.
Nos separamos una vez más, caminando alrededor, midiéndonos, evaluando quién dará el próximo paso, y ese fue él.
Se lanzó a nosotros con rapidez, sus garras chocando con las nuestras, el rugido de dos bestias enardecidas por ganar, pero había algo más.
En el fondo de mi visión, otra silueta se mueve; el padre de Damien comienza a hacer sus movimientos y eso no puede ser bueno.
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