~Alana~
Había despertado en una habitación diferente a todas las que recuerdo. Por un momento, pensé que era alguna habitación del palacio, que Damien había logrado atraparme, pero ese pensamiento se desvaneció cuando recordé todo lo anterior.
El frío aún recorre mis extremidades, implacable, casi doloroso; el mismo que me estaba arrastrando a un lugar de no retorno.
Kyra me había empujado al borde, al filo de la vida y el vacío, hasta que ese fuego arrasador me consumió por lo que pareció una eternidad.
Me senté con cuidado entre las mantas suaves; su olor, ese aroma que jamás podría olvidar, se cuela en cada célula de mi cuerpo hasta llegar a una marca que arde bajo la piel.
Levanté la mano, trazando con cuidado mi cuello. Sabía que estaba ahí, la marca de su lobo. De nuevo sin elección, de nuevo a la fuerza.
La marca ardió en ese momento; él se acercaba cada vez más. Ya sabía reconocerlo.
Me quedé mirando atentamente la puerta hasta que se abrió y ahí estaba él, mi compañero