~Dominic~
Habían pasado muchos días esperando a que ella abriera los ojos, pero no lo hizo. Seguía ahí, acostada, como si solo estuviese durmiendo de una forma muy serena.
Y yo… a su lado, sosteniendo su mano sin importar lo demás.
Mi cuerpo ardía por las heridas y la plata que no he vuelto a tratar; no me interesaba apartarme de su lado, no de nuevo.
Ya lo había hecho por demasiado tiempo; ella no merecía esto.
Acaricio sus nudillos con suavidad, en círculos, sintiendo cómo su corazón late a un ritmo constante que resuena en su pecho.
Eso me tranquilizaba, así como su olor.
Un toque en la puerta me advierte de la llegada de Jarel. No lo esperaba, no ahora, no aquí, pero si ha venido a tocar, tal vez sea algo importante.
«Entra»
La puerta se abre con cuidado; mi beta entra, quedándose a una distancia prudente, observando a Alana.
—Tiene más color —comenta, a lo que yo asiento.
—¿A qué viniste? —pregunto bajo, fijando mis ojos en ella, esperando a que las voces no la molesten.
—Noticia