Ricardo condujo para llevar a Marina y Orión de vuelta al lugar donde subieron al auto.
Sabiendo que su tía estaba a punto de enojarse, Orión no esperó a que hablara, abrió rápidamente la puerta y bajó del auto.
Marina lo miró de reojo, consciente que había hecho algo mal.
Ricardo bajó la ventana del auto y preguntó:
—¿Quieres que los lleve hasta la puerta de casa?
—No es necesario —respondió Marina, con voz fuerte.
Estaba molesta y no sabía a quién dirigir su ira, así que Ricardo, sin saber nada, terminó en medio del problema.
Marina guio a Orión hacia la casa, con un peluche que había ganado en el Parque de Diversiones Bahía en sus manos.
Abrió la puerta y vio que todos estaban en la sala. El ambiente estaba tenso; Perla estaba sentada en el sofá, Andi parecía apagado, sentado a su lado, y Álvaro estaba de pie, observando.
Orión se acercó, con voz baja y algo suave.
—Mami.
—¿Por qué hicieron todo esto para engañar a mami y a tía? No es que no queramos que salgas a jugar. —A Marina no