La puerta no se podía abrir, estaba cerrada con llave.
—Pásame la llave de repuesto —ordenó Perla a la empleada.
—Cómo ordene.
Desde dentro de la habitación, Andi escuchó el sonido de la puerta abriéndose, lo que lo puso más nervioso. Bajó la cabeza y siguió escribiendo sin importar si las respuestas eran correctas o no, solo tenía que llenar la hoja.
La empleada regresó rápido. Perla giró la llave y entró, encontrando a Orión escribiendo con mucha concentración.
Perla se acercó.
—Orión, deja de escribir y baja a comer, Álvaro todavía está esperando por ti. Come primero y después sigues escribiendo.
Orión solo respondió.
—Mami, no tengo hambre. Tú y Álvaro coman primero.
—¡Eh! —Orión soltó un eructo.
Olía a... ¿carne asada picante?
Perla inclinó la cabeza, confundida, mirando a su hijo.
Andi rápidamente apretó los labios y evitó mirar a su mamá.
Perla lo giró, agarrándole la cara con la mano derecha y, en tono firme, le dijo:
—¡Andi, abre la boca!
Andi abrió los ojos, incrédulo. ¿Cómo