Capítulo 334
Orión siguió hablando:

—Señor César, puedes llamar al señor Ricardo, seguro que está con mi tía.

Tenía razón. Después de todo, fue Ricardo el que lo llevó por la mañana.

La llamada se conectó rápidamente. César habló con tono neutral:

—Andi quiere cenar conmigo. Cuando terminemos, ven a recogerlo.

—De acuerdo, no hay prisa. Llámame cuando terminen. —Ricardo aceptó sin problema, pero al fondo se escuchaban voces de una mujer discutiendo.

—¡Ricardo, ya está oscureciendo, ve a buscar a Andi ahora mismo!

Ricardo colgó rápido la llamada y, al soltar la mano que cubría la boca de Marina, suspiró aliviado.

—Todavía es temprano, no hay prisa. No se va a perder. Ven, te llevaré a ver fuegos los artificiales.

César llevó a Andi a cenar mariscos. No pidió la ayuda de los meseros, sino que él mismo se puso guantes desechables y peló los camarones para él.

Quizás porque el niño le caía bien, no sentía que estaba rebajándose al hacer esto.

Orión comió con elegancia, ya sin la incomodidad que sintió
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