¿Por qué los adultos dicen una cosa cuando sienten otra?
Eso fue lo que pensó Andi.
—¿De dónde sacas que mi pausa fue por emoción? ¡Solo estaba dudando! —Marina levantó la barbilla con firmeza, tratando de defenderse.
Andi blanqueó los ojos.
Sus dos ojitos lo habían visto claramente.
No entendía por qué su tía armaba tanto problema.
¿No era mejor que ella tuviera novio antes que su mamá?
—Tía, es una cena de mariscos en El Jardín Secreto, ¡un lugar con lista de espera de tres meses! ¿De verdad no quieres ir? —preguntó, inclinando la cabeza con picardía.
Marina tragó saliva en secreto.
—Si tú no quieres, yo sí —añadió Andi.
En el restaurant el Jardín Secreto
En una mesa reservada del tercer piso, con vista al mar, las luces del restaurante iluminaban la arena.
Desde la ventana, se veían las olas golpeando la orilla con fuerza.
Marina y Andi estaban sentados juntos, mientras Ricardo estaba frente a ellos.
Mientras se disculpaba, Ricardo pelaba con paciencia un