La caravana llegó a la hacienda de la familia Piccolo. Cuando Perla y William bajaron del mismo carro, ella tomó su brazo con naturalidad.
Un grupo de empleados se encargó de llevar los autos al estacionamiento.
William no permitió que sus asistentes ni guardaespaldas lo acompañaran, así que entró a la fiesta con Perla a su lado.
—Señor William —Emiliano lo recibió con una sonrisa amable y una actitud intachable.
Cuando el personal de la puerta le avisó que William había llegado, decidió ir personalmente junto con su esposa Bianca y su hija Natalia para recibirlo.
—Señor Emiliano —respondió William, con su tono educado de siempre.
A un lado, Perla sonrió de manera cortés y asintió, saludando a Bianca y Natalia.
Desde el principio, Natalia había seguido a sus padres sin ganas, claramente molesta por tener que estar allí. Sin embargo, cuando vio a William, sus ojos se abrieron con sorpresa y brillaron de emoción. De inmediato, su expresión cambió.
Su postura se volvió elega