La invitación.

Gia.

Tras darle mi documentación al abogado este me sugiere que descanse este día, que él pasará por mí mañana para asistir a algunos eventos que seguro organizará el manager de Lev. Luego lo veo dirigirse a la cocina para revisar la reserva y me mira.

—Hay algunas cosas para que comas, me aseguraré de traerte un mercado en la mañana si es que piensas quedarte aquí un tiempo.

Ya que seguimos en la cocina y ese hombre sigue viendo hacia acá, muerdo mi labio ligeramente, abrumada, y camino con el abogado hacia la sala, pensando en que debo colocar algunas cortinas.

—No quisiera quedarme en la otra mansión es… demasiado. Me quedaré aquí unos días mientras pienso cómo organizar esta… nueva vida —suspiro, viendo todo el lugar sin sentir que me pertenece—. No voy a quedarme aquí para siempre, estoy muy alejada de la sociedad y… ese hombre no parece de fiar…

Quiero que esto sirva como un empujón para que el abogado me hable más de él, pero no lo consigo. El abogado solo saca de su bolsillo un número y me señala el teléfono local que descansa en una pequeña mesa aquí en la sala.

—Llama si necesitas algo. Estaré aquí temprano.

Asiento, y lo acompaño a la puerta. Luego le doy las gracias y al verlo subir a su auto mi vista va de inmediato a la ventana desde donde ese hombre me veía, pero ya no está, así que solo suelto un exhalo y me vuelvo a adentrar a mi nuevo… destino.

Me siento demasiado agotada emocionalmente como para motivarme a comer algo o hacer otra cosa que no sea acostarme en el sofá, llorar y finalmente quedarme dormida en posición fetal.

Luego me despierto sin ser consiente de dónde estoy, pero aunque el miedo me gana unos minutos, reacciono. Todo está demasiado oscuro, así que mis pies se dirigen a las paredes y lámparas para encenderlas.

Camino por toda la mansión, sintiendo el peso de la oscuridad y soledad. Lev es… era… demasiado gótico y yo no lo soy, así que, este lugar debe tener algo de color, al menos la que será mi habitación, ya que no quiero que desaparezca por completo la esencia de mi gran amigo.

Visito cada habitación, descubro cuál era la de Lev, y la curiosidad me lleva a revisar sus gavetas. Consigo una vieja cámara, de esas que dan fotos instantáneas a blanco y negro, por lo que la llevo a mi pecho con una sonrisa nostálgica.

Camino hacia el balcón de la habitación para tomar aire fresco, pero cuando hago a un lado las cortinas, puedo ver que la mansión de al frente está muy bien iluminada, como si hubiera una fiesta. Hay autos lujosos fuera, y algunos hombres de traje bajando de sus limusinas mientras este hombre extraño les da la bienvenida en la puerta.

Mi vista se fija en él, a detallarlo desde la distancia. Ahora tiene un traje completo color pastel, y esos mismos guantes de cuero de antes. Me pregunto por qué los usará. Mi corazón se acelera a medida que sigo observándolo. Hay una mujer con un vestido brillante que aparece en la puerta, y lo lleva hacia dentro. Me pregunto si será su esposa.

Me recuesto de la ventana alejándome de esa vista, y trago hondo. Hay cosas más importantes qué hacer.

Logro elegir una habitación para mí, cambio las sabanas a una color gris. Y luego, al no conseguir el sueño de nuevo, comienzo a limpiar la mansión.

Mirando el reloj en la sala me doy cuenta que ya son las dos de la madrugada, así que voy a mi habitación para darme una ducha y descansar. Sin embargo, este baño no tiene nada, así que voy al de Lev, en donde puedo escuchar algunas voces fuera.

Quiero entrar al baño pero la voz de una mujer y varios hombres me detienen. Entonces, molesta conmigo misma por sentir esta curiosidad, voy hacia la ventana, apartando un poco las cortinas.

—¿Qué demonios…? —jadeo sorprendida, al ver a una mujer desnuda en el capó de una limusina con un collar extraño, siendo el centro de atención de los hombres.

Mi estómago se revuelve, y no es por pudor, sino por ahora saber que lo que sucede en esa mansión es algo bastante oscuro.

Mi vista va hacia el traje pastel, pero él no está entre ellos. Entonces buscó en las ventanas con luces encendidas, y mi corazón se detiene cuando, justo al frente de este balcón, Orlov se encuentra mirando hacia acá, mientras sus manos con esos guantes aprietan las rejas del balcón.

Con el corazón acelerado me agacho, sabiendo que la luz está encendida y seguro vio mi sombra. No soy muy inteligente a veces, lo sé, pero esto es de verdad estúpido.

Me arrastro por todo el piso hasta estirar la mano, apagar la lámpara, y luego, me quedo en el suelo, sentada, abrazando mis piernas, pensando en que parece que ese hombre es un traficante sexual, y por qué de repente me siento así… tan observada.

Despeinada, mal oliente y con dolor en el cuerpo soy despertada por el tono de un teléfono. Al ver el sol entrar por la ventana, rápido bajo las escaleras. Voy al teléfono pero entonces escucho la puerta, así que voy primero allá pensando que el abogado me espera.

Abro la puerta sin pensar en dar explicaciones por mi aspecto, cuando un hombre de traje negro y fornido aparece frente a mí. Con un jadeo retrocedo pero lo veo a la cara, curiosa.

—¿Señorita Norwood? Mi jefe, el señor Arthur Orlov, lamenta la pérdida de su amigo. Esto es para usted.

Mi corazón se detiene por la sorpresa. ¿Cómo sabe lo que pasó? ¿Cómo sabe mi apellido?

Apenas el hombre me da una caja blanca con un lazo negro, y se va, mi mirada va hacia la mansión pero no lo veo a él.

Arthur Orlov…

Cierro la puerta con fuerza, y voy a la cocina para lavarme la cara, pasar las manos por ella y poner la caja en el mesón. Mis dedos tiemblan ante el miedo de que este hombre me quiera castigar por observarlo esta madrugada, pero la curiosidad me gana así que quito el listón y la tapa.

Mi garganta se seca al ver una tarjeta.

“Necesitas algo de distracción después de lo ocurrido. Ven a mi casa esta noche, vestida de negro.”

Observo la invitación sin entender qué demonios pasa por la cabeza de este sujeto, y alzo la mirada hacia la ventana. Entonces allí lo veo, dándome un asentimiento.

Le doy la espalda con la tarjeta en mis manos, nerviosa, pensando. Jamás pondría un pie allí… Aunque una parte de mi cerebro me está recordando lo bien que me veo vestida de negro.

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