Única heredera.

Gia.

Las siguientes horas después del trágico evento son un borrón. De alguna manera paré en el hospital, la policía hizo preguntas pero tuvieron que buscar a un traductor. Fue entonces cuando recordé que mi cámara y teléfono tienen GPS, y al dar los códigos, se pusieron a trabajar en la ubicación de los maleantes.

Pero era real. No era una pesadilla. Al ser la única persona allegada a Lev tuve que verlo en esa horrorosa mesa de metal, identificando su cuerpo como si no hubiera presenciado su homicidio. Todo ha ocurrido por un simple robo, pero había sido emboscado, eso sin duda.

Ahora estoy en una sala de la policía, con la traductora cuestionando todo el tiempo si tengo algún lugar a donde ir. Le respondo que me quedo en la mansión de Lev pero volver allí sin él se siente terrible, así que pronto estoy llorando de nuevo.

Mis lágrimas se detienen cuando un hombre llega a la sala y pide hablar a solas diciendo que es el abogado de Lev, lo cual me desconcierta.

—Primero que todo, lamento su perdida señorita Norwood. Sé sobre la relación que tenía con mi cliente y es terrible lo que ha vivido —expresa así que le doy un asentimiento. Él se aclara la garganta mientras se sienta a mi lado y abre su maletín—. Señorita Norwood, hace unos meses mi cliente mandó a redactar su testamento…

Eso me deja sorprendida.

—¿P-Por qué? Él no estaba enfermo, no debía…

No puedo hablar más porque el nudo llega a mi garganta. Lev solo tenía cincuenta años, era joven aún, en buena salud.

—Señorita Norwood, solo cumplo con mi trabajo. En este testamento, el señor Stanislav dejó algo muy en claro en caso de que algo le ocurriera; todos sus bienes deben ser entregados a usted…

Mi corazón recibe un impacto. No puedo creerlo. Debe ser una broma.

—No… Yo… ¿P-Por qué?

El abogado se alza de hombros, luego parece entender mi situación y suspira.

—Tengo entendido que nadie de su familia lo quería así que, no es de extrañarse que le quisiera heredar todo a usted —expresa, pero estoy demasiado sorprendida para hablar—. Sus dos autos, sus dos mansiones, su galería, sus alianzas y todo lo que hay en sus cuentas bancarias en el extranjero. Todo es suyo. Solo tiene que firmar aquí, darme una copia de su cedula y yo me encargaré de todo lo demás…

Todavía no he salido de mi asombro cuando veo pasar por la ventana de vidrio a unos hombres vestidos de negro, parecidos a los motociclistas. Me levanto, ansiosa, pero el abogado me detiene antes de salir, mencionando que deje todo en manos de la justicia.

Al menos me da algo de paz saber que tendrán su merecido.

—Lo siento, abogado… Yo no…

—Solo piénselo, ¿sí? Si no firma estos bienes van al gobierno, no querrá regalarles todo su trabajo a personas que no tienen que ver en su arte, ¿o sí?

Entiendo su punto pero no es fácil para mí. Sin saber qué hacer le pido que salgamos de aquí. Él es lo suficientemente amable para ayudarme en lo que prosigue tras la muerte de Lev, e incluso se encarga de protegerme de la prensa que al enterarse de lo ocurrido aparecen por todos lados.

Ahora estamos en el cementerio, mientras los trabajadores tiran tierra a su urna y no puedo creer que todo esté pasando tan rápido. No dejo de llorar, me siento muy débil y lamento en serio que una persona tan hermosa como él haya abandonado este mundo.

Antes de irme me despido de él con una flor y el abogado entonces me pregunta que si quiero ir a la mansión en la ciudad o a la otra, pero no quiero ir al lugar donde se supone que estaríamos riendo a esta hora, por lo que le pido que me lleve al otro sitio.

Ya que no veo el camino y solo me pierdo en mis pensamientos, llorando de vez en cuando, no me doy cuenta cuando entramos en una carretera aislada y desierta. Por un momento pienso que algo malo pasará, que es una trampa, pero el abogado comenta que a Lev le gustaba este lugar porque es demasiado discreto para personas que quieren huir.

Unos minutos después pasamos varias mansiones, hasta que nos detenemos en una con un aspecto gótico bastante parecido a la mansión en los suburbios.

Bajamos del auto pero mi piel se eriza cuando una SUV negra se detiene a mi costado. Doy un brinco del susto y voy con el abogado del otro lado solo para darme cuenta que frente a la mansión gótica hay otra mansión, con aspecto bastante moderno color crema.

Un perfume invade el ambiente, haciéndome estornudar, y aunque el abogado me pide que avancemos hacia la mansión de Lev, algo me detiene.

Como si estuviera hipnotizada, mi mirada no se puede despegar del hombre algo mayor, de cabello negro con reflejos blancos, vestido de blanco, con guantes de cuero negro en mano los cuales se pone mientras baja de la SUV.

Trago hondo al sentir su aura dominante mientras habla en ruso con sus hombres, y al darme una mirada, me acelera la respiración. Pero rápido camino tras el abogado, el cual me i***a a entrar.

Apenas la puerta se cierra, ni siquiera le presto demasiada atención a la mansión, mi cabeza repite la imagen de ese hombre como si acabara de ver la fotografía más sensual y oscura que he visto en toda mi vida.

—Veo que quedó impresionada con el señor Orlov… —comenta el abogado.

Trago hondo, porque hasta su apellido es… oscuro.

—¿Orlov? ¿Quién es…?

—Un colega —murmura de mala gana, lo que me sorprende.

¿Ese hombre es un abogado? No puede ser. Los abogados no lucen como él, es… Dios mío no puedo creer que esté pensando en un hombre desconocido en lugar de concentrarme en mi realidad.

Me abrazo a mí misma, finalmente detallando la mansión. Se siente fría, sola, pero tiene cosas que son muy de Lev así que, rápido me entra la tristeza.

—¿Y… qué se supone que…? No tengo su vida, yo no…

Mi vista se enfoca en un retrato de Lev que está en la pared justo a mitad de la sala, y recuerdo sus palabras antes de la tragedia.

“Te recomendé porque tienes talento y lo mereces”. Eso junto a todo lo que pasamos, más el hecho de saber que me quería como yo a él, me hace pensar. Siempre he seguido todos los consejos de Lev, y creo que… Si era su voluntad que me hiciera cargo de su legado, entonces supongo que podré al menos intentarlo.

—¿Va a firmar, señorita Norwood?

La pregunta del abogado me hace asentir, aunque aún conmovida. Entonces vamos a la cocina donde hay un hermoso ventanal que da hacia las afueras de la mansión. Estoy leyendo el documento cuando siento un peso en mi cuerpo, así que alzo la mirada hacia la mansión de al frente.

El tiempo se detiene para mí cuando lo veo. Orlov, el hombre que parece todo menos un abogado, tiene las manos metidas en sus bolsillos mientras me ve fijamente, y ni siquiera se molesta en apartar la mirada, lo cual me hace sentir incomoda, pero también curiosa.

¿Quién es este tipo realmente? ¿Y qué se supone que voy a hacer ahora con todo lo que Lev dejó para mí?

Mientras firmo el documento sintiendo la mirada de ese hombre en mí, pienso que tal vez esta mansión no fue lo único que heredé. Tal vez es una puerta a algo profundo y oscuro, algo que podría hacerme más daño, o no…

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