Pov. Dominic
El trabajo en la empresa era tanto, tan abrumador, que no me di cuenta en qué momento ya habían pasado veinte días. Veinte días sin estar con ella. Veinte días sin ver su cuerpo, sin sentir su calor. Veinte malditos días sin oler su piel, sin ver cómo se eriza bajo mi tacto.
Esto me está volviendo loco.
Gracias a Dios hoy regreso.
Necesito verla.
Necesito el contacto urgente con ella, necesito ese fuego. Sus ojos que me desarman. Ese cuerpo que solo ella sabe entregarme.
Al finalizar el día, me subo al jet privado de regreso. Finalmente, a casa.
Durante estos veinte días, Valeria ni siquiera se ha enterado. Ni un mensaje. Ni una llamada. Ni un “¿cómo estás?”, ni un “¿dónde andas?”. Nada.
Como si estuviera soltero.
.........
Ya en casa, estoy bajando las maletas cuando suena el teléfono. Es Italia otra vez.
¿Qué carajos pasa ahora?
—Señor, necesitamos que regrese urgentemente. Se traspapelaron unos documentos originales… entre ellos uno que usted tiene. No podemos enviarlo