Pov. Dominic
Toda la semana espere este día.
No veo la hora de hundirme en ella, de que me haga olvidar —una vez más— que mañana me caso.
Salgo del trabajo alrededor de las ocho de la noche.
Tenía muchos pendientes, y aunque no tendremos luna de miel, debemos ir el fin de semana a una casa en la playa cercana de donde Vivimos. Nuestros padres insistieron. No podíamos decir que no.
La gente hablaría.
Y claro… la distinguida y respetada familia —lo digo con toda la ironía— no lo permitiría.
Así que estaré fuera todo el fin de semana. Y no puedo dejar de pensar que no la veré.
Que desde hoy hasta el próximo viernes… Dios, esto es un calvario.
¿Por qué tiene que ser tan difícil?
¿Por qué no eres tú con quien me tengo que casar?
—¿Qué estás pensando, Dominic? —me regaño en voz alta—. Ya empezaste con las tonterías…
Pero la vocecita dentro de mí no se calla.
—Piénsalo bien… Si fuese con ella con quien te casaras, muchas cosas serían mejores.
No estarías con la aburrida y predecible Valentin