Pov. Val
Ese fin de semana fue mágico. Fue único.
Dios… es que ni siquiera encuentro palabras para describir cómo me hizo sentir ese hombre.
Me descoloca.
Y por primera vez me descubro pensando… en ¿quién será? ¿Quién está debajo de ese antifaz?
Es una locura, lo sé. Apenas hemos tenido un par de encuentros y ya estoy fantaseando con su identidad.
Pero… Díganme si no es para perder la cabeza.
Si en vez de casarme con Dominic, me casara con ese hombre…
Mis problemas desaparecerían. Sería, sin duda, la mujer más feliz del mundo.
¿Qué más le puedo pedir a la vida?
Tengo el trabajo que amo.
Los niños que me alegran el alma.
Unos padres que me adoran.
Y ese hombre...
Ese hombre que me desarma, y luego me reconstruye solo para volverme a desarmar.
Me echo a reír.
—Ya, Valentina, deja de pensar tonterías —me digo en voz alta—. Eso no va a pasar. Acepta tu realidad y deja de fantasear.
La semana ha pasado volando.
Ya es jueves. No puedo creerlo. ¡Estoy a solo dos días de casarme!
Y mañana nec