Pov. Val
Salgo de la habitación buscando un lugar en el club donde acomodarme… y ahí está.
Como siempre, reclinado en la barra, con un vaso de whisky en la mano.
Me acerco por detrás, sigilosa.
Le coloco las esposas sin previo aviso y susurro contra su oído:
—Te estaba buscando.
Escucho su risa contenida, esa que me enciende sin permiso.
—Qué bueno entonces… que me has encontrado —responde con voz grave, provocadora.
Sin dejar que se dé la vuelta, lo guío hacia nuestra habitación.
Esa habitación que ha sido testigo de nuestro fuego, de nuestra pasión.
De cómo nos hemos quemado hasta las cenizas… solo para renacer y volver a arder una y otra vez.
Y aunque sé que esto es solo carnal, no puedo evitarlo: me hace sentir viva, poderosa, invencible.
Una vez dentro, con las esposas aún puestas, empiezo a desvestirlo.
Le bajo el pantalón y el bóxer de una sola vez, dejándolo desnudo ante mí.
—Vaya… ya estás listo para mí —murmuro con tono pícaro.
—Siempre lo estoy —responde, sin apartar e