El viento frío de la carretera golpeaba la piel de Aitana mientras ella e Iván se alejaban de los restos del enfrentamiento. Sus cuerpos estaban cubiertos de suciedad, sangre y adrenalina pura. Pero habían sobrevivido.
Por ahora.
—Tenemos que salir de aquí antes de que lleguen refuerzos —dijo Iván, tomando su mano con firmeza.
Aitana asintió, sintiendo el calor de su agarre a pesar del peligro que aún los rodeaba.
A lo lejos, vieron un camino de tierra que conducía a una zona boscosa. Sin otra opción, comenzaron a caminar, usando la oscuridad como su aliada.
Después de casi media hora, divisaron luces a lo lejos.
—Podría ser una cabaña —murmuró Iván.
Aitana lo miró con duda.
—¿Y si pertenece a alguien peligroso?
Él soltó una risa seca.
—No creo que pueda ser peor que lo que acabamos de pasar.
Cuando llegaron más cerca, vieron que era una cabaña de madera, algo vieja, pero aún en pie. No parecía haber nadie dentro.
Iván forzó la cerradura con facilidad, y en cuestión de segundos, ambos