Un Cuerpo Sensual

La ducha caliente envolvía la piel de Alexander y Helena en una cortina de vapor, donde las gotas resbalaban por sus cuerpos desnudos, siguiendo el mapa de cada curva y músculo. El agua golpeaba con un murmullo constante, pero él solo escuchaba la respiración pausada de su esposa, su mujer.

La tenía frente a él, su cuerpo mojado y brillante bajo la luz tenue del baño. Al deslizar sus manos por su cintura, notó la suavidad distinta de su piel, una calidez nueva, una plenitud que no estaba antes. Su vientre comenzaba a redondearse apenas, una señal sutil de los casi cuatro meses de embarazo. Sus senos, más llenos y pesados, se alzaban con una belleza hipnótica, la piel estirada por el milagro que crecía dentro de ella.

Alexander tragó con dificultad, su garganta seca a pesar del agua que caía sobre ellos. La sensualidad de Helena sie