No Es un Accidente
James giró el volante con reflejos afilados, esquivando el golpe frontal, pero no lo suficiente para evitar el impacto en la parte trasera del auto.
El golpe los sacudió con violencia y el sonido de metal contra metal resonó en sus oídos. Helena apenas tuvo tiempo de sujetarse antes de que el auto derrapara y James maniobrara con rapidez para estabilizarlo.
- ¿Estás bien? - preguntó James, con la vista clavada en los espejos retrovisores.
- Sí… - murmuró Helena, recuperando el aliento.
Pero su instinto de agente y su aguda percepción de los movimientos humanos le gritaron que esto no había sido un accidente. Apenas el vehículo se detuvo lo suficiente, giró la cabeza y vio cómo el conductor del otro coche forcejeaba con el cinturón de seguridad y, en cuanto se liberó, salió tambaleante para