La Huida
Un escalofrío recorrió su espalda mientras escaneaba la habitación una vez más, buscando algo, cualquier cosa, que explicara por qué sentía un vacío tan inquietante.
Después de unos segundos de silencio, su mandíbula se tensó.
Sacó su teléfono y marcó con rapidez.
- James. - Su voz era baja, contenida, pero había un filo peligroso en ella - ¿Dónde está Helena?
Hubo una pausa en la línea.
- ¿No está en la habitación?
Alexander cerró los ojos un segundo antes de responder con un tono gélido:
- No. No está.
El aire en la habitación pareció volverse más pesado.
James maldijo al otro lado del teléfono.
- Voy a revisar las cámaras de seguridad.
Alexander apretó el puñ