Two

Vladimir Sokolov

Todo para mí se volvió frío, oscuro. Perder a mi esposa, fue lo peor que me pudo pasar. La extraño tanto, extraño sus besos, su sonrisa, su voz, todo. Ese hombre me la arrebató y no sabe que se metió con el tipo equivocado, le voy a pagar con la misma moneda. Seguí sus pasos, los pasos de su familia y sobretodo los pasos de su preciosa hija la cardiaca. Le voy a dar de su medicina, voy a darle donde más le duele. Su hija, es su tesoro, su ojito derecho.

Todos los días, miro al cielo y le pido a mi esposa que me dé fuerzas, que me ayude. Qué me ayude a seguir adelante sin ella, pero no me da ninguna, no recibo ninguna señal.

Miro la ficha de la joven, Sarah Brown. La hija querida del hombre que tanto odio, me hace gracia porque perderá a su hija. Esa niña tiene los días contados, en mi manos, durará menos. Ella no me sirve, solo es mi moneda cambio. Si se muere no, no es de mi incumbencia, solo quiero venganza.

Soy el jefe más temido de mi país, un hombre calculador, frío y me gusta matar a sangre fría. Soy muy sádico, me encanta ver sangre y ver cómo la gente que me traiciona, se mete en donde no le llama, acaba muriendo con mis propias manos.

—Dobroye utro, brat. (Buenos días, hermano.) — la voz de Andrei, me saca de mi burbuja.

—Dobroye utro. — saludé de vuelta, seriamente.

Andrei fue mi mayor apoyo, estuvo a mi lado cuando más lo necesitaba. Jamás de me dejó solo, estuvo escuchándome, aconsejándome. Gracias a él, no caí más en el pozo y seguí adelante. Él sabe por lo que pasé, por lo que tuve que pasar.

—¿Qué haces? Llevas aquí metido desde las seis de la mañana. — se acercó a mi, para sentarse en la silla de cuero.

—Solo miraba la ficha de la cardiaca, Dimitri  me ha comunicado que la cardiaca vendrá a rusia. — dije. —Les puse a todos en sus puestos y les di la instrucciones de lo que deben hacer.

—Hermano, sé que estás lleno de venganza y odio. Pero esa joven, no tiene la culpa de nada, está enferma. — sonríe.

—Eso es lo que más me gusta, que se esta muriendo y ese hombre aún más sufrirá por su hermosa hija. — respondí sonriendo malévolo.

Mi hermano sabe que no me voy a rendir, que la muerte de mi esposa, no quedará impune. Ella era inocente, ella no se merecía morir. Era la persona más dulce y tierna de este maldito mundo y Dios se la llevó. Ahora me toca a mí vengarla y hacer sufrir ese gusano.

—Vlad, eso no te aliviará. También quise Mucho a Anna, pero esa niña, es inocente. — sé que mi hermano no quiere que haga ninguna locura, pero la venganza me ciega.

—Tambien lo era mi mujer y la mató, solo juego a su mismo juego. Solo que ahora, yo soy el que la lleva. — sonríe de lado.

—Esa niña está enferma, esa niña niña tiene los días contados. — exclamó seriamente. —La cosa es con él, no con ella.

—Pues lo siento, hermano. Ya di la orden de lo que deben hacer, ya no hay vuelta atrás. — respondí levantándome del sofá.

—Pues espero, que en el futuro no te arrepientas. — dijo y salió del despacho.

Mi hermano tiene razón, ella no tiene la culpa, es inocente. Pero la única forma de tener a ese miserable en mis manos, es teniendo a su ojito derecho. A ella no le haré nada, pero es mi moneda de cambio. Ese miserable va a sentir, lo que yo sentí, al perder a la mujer de mi vida.

Perder Anna, fue más duro que diez tiros en el pecho. Estoy muerto en vida, está casa se ha convertido en mi pozo, la venganza en mi obsesión y hasta que no cumpla mi palabra, no pararé.

Él teléfono me vibra, lo sacó del Interior de mi chaqueta y observo la pantalla.

—¿Qué pasa, Dimitri? — hablé a mi escolta de confianza.

—Señor, la señorita Sarah, acaba de aterrizar. — sonreí malvadamente. —Pero no viene sola.

—Sigue con el plan, sin que nadie os vea. — colgué.

Ya estás en mis manos cardíaca, estás en mi territorio y voy a disfrutar mucho con el sufrimiento de tu padre. Estaba tan feliz ahora mismo, saber que esa niña estaba aquí, que estaba apunto de estar en mi casa.

El problema, que no venía sola, pero de eso me encargaría más tarde. Ahora solo, necesitaba tener a esa niña.

Me levanté y salí del despacho, en el salón estaba mi hermano. Me miró y arrugó su ceño, al verme con una sonrisa.

—¿Y esa sonrisa? — preguntó, dejando la tablet a un lado.

—Esa niña ya está aquí, en poco tiempo estará bajo mi techo. — respondí y Andrei, asintió. —¿Aún no te agrada la idea?

—Sabes que no me gusta lo que estás haciendo, pero eres dueño de tus decisiones y ahí yo, no me meto. — aún no entendía porque mi hermano, no me apoyaba, porque estaba a la defensiva.

Estaba claro que él no estaba de acuerdo con secuestrar a la cardiaca, pero era mi decisión y nadie podía decir lo contrario. Yo era el Boss de aquí y yo decidía que hacer y lo que no.

No dije nada más, pasé de seguir hablando con él. Él siempre decía que no estaba de acuerdo en nada, él sabe mejor que nadie lo mal que lo pasé, lo mal que estuve con la muerte de Anna. Él sabe que aún lo sigo pasando mal, que la venganza me tenía ciego y que tenía que vengarme si o si.

Salí del salón para ir a la cocina, una chica que estaba ahí, limpiaba los muebles.

—A mi despacho, ya. — ordené y ella asintió asustada.

Necesito follar y esa muchacha, estaba dispuesta abrir sus piernas y complacerme. Era muy activa, me satisfacía. La mejor forma de celebrar que esa cardíaca estaba en mi país, era follando y brindar con whisky.

Cardíaca, estas apunto de ser mi rehén y mi moneda. Bienvenida a tu destrucción.

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