Sophía estaba ansiosa, quería salir de esa casa, respira aire puro. Pero Dante dio órdenes claras de que ella tenía prohibido incluso salir al jardín, era una maldita prisionera en su supuesta casa. Y lo que más la tenía preocupada era Valentina, había intentado contactarla pero Victoria no lo permitía.—Maldita arpía, ni siquiera porque papá murio trata de que dos hermanas estén juntas.Murmuró. Pero Valentina tampoco quería verla, seguía culpando a su hermana de haber sido la causante de la muerte de su padre, lo que ella no sabia es que uno de los asesino, (en ese caso, cómplice) de Alejandro vivía más cerca de ella de lo que creía.El estómago de Sophía parecía huracán en furia, no había probado bocado desde el día anterior y en la mañana sólo había tomado un café por culpa de Dante y su invitada. Esa mujer no era lo que quería aparentar frente a Dante y por alguna razón soportar sentía que ella escondía algo. Pero no le dio importancia en es
POV SOPHÍA —¿Qué hacías con mi teléfono? —su voz era baja, pero cargada de veneno. Sentí el corazón estrellarse contra mi pecho. La toalla aún cubría parte de su cuerpo, pero sus ojos... sus ojos estaban desnudos de toda piedad. El teléfono resbaló de mi mano y cayó al suelo con un golpe seco. —Yo... solo quería hablar con Ayla. Estoy desesperada, Dante. ¡Me tienes encerrada! No puedo vivir así —intenté que mi voz no temblara, pero fracasé. Él se acercó lento, como un depredador. Su respiración era tranquila, demasiado tranquila. Justo eso me asustaba. —¿Desesperada? —repitió con una sonrisa torcida—. ¿Y por eso revisas mis cosas? ¿Con qué derecho? —Solo era una llamada... ¡una llamada! —insistí, retrocediendo hasta sentir la pared helada en mi espalda. Dante se inclinó, sus manos a cada lado de mi rostro, atrapándome sin tocarme. —¿Ayla? —susurró cerca de mi oído—. Qué curioso… porque ella no respondió cuando mandaste a la nana por ella. Pero sí responde cuando llamas desde
POV SOPHÍALa hora al fin había llegado, y ya no sabía si caminaba impulsada por la adrenalina en mi cuerpo o por el peso de todo lo que estaba a punto de suceder.Sí, tenía miedo. Mucho miedo. Salir de la mansión fue otra tortura, pero, para mi buena suerte, Dante estaba demasiado concentrado en una conversación con esa odiosa de Miranda, así que pude escabullirme.Las indicaciones eran claras: parte trasera, habría un coche esperando. Y así fue. Un carro negro, con los vidrios completamente polarizados, me aguardaba. Miré hacia atrás con la esperanza de ser detenida, aunque también sabía que no quería serlo. En mis ojos había miedo, sí, pero también la determinación de ir a salvar a mi hermana. Era un riesgo, lo sabía. Pero ella es mi única familia.Sin darle más vueltas al asunto, subí a la camioneta."Ojalá que este dispositivo funcione y podamos atrapar a ese maldito", pensé.El coche se puso en marcha y, aunque por fuera parecía calmada, por dentro solo escuchaba a mi cerebro gr
POV DANTE. Me estoy comportando como un hijo de puta con ella, pero es que ella…¿por que le interesa tanto si Gabriel vive o no? Nonsoy suficiente para ella?Me estoy volviendo loco de rabia y celos. Pero no puedo amarla, ella merece sentir la misma impotencia que yo.Pero no deja de sorprenderme. Tomar mi celular para llamar a su amiga ya es extremo. Esta desesperada por salir, lo entiendo, pero…¿no era más fácil pedírmelo amablemente?Que va, ella jamás bajará la cabeza ante mí. Su amiga se fue hace más de una hora, pero llevaba una expresión de preocupación y por alguna razón yo tenía un mal presentimiento.Mis pensamientos son interrumpidos por Miranda, viene sonriente y se sienta l frente.—Hola hermosa— la saludo con calma, aunque por dentro tengo un torbellino de emociones encontradas. —Hola guapo, ¿mucho trabajo?—responde siempre con esa sonrisa radiante, sincera, creo.—Si, un poco. Pero creo ue lo dejaré por hoy y me centraré en descansar. Mi cuerpo lo pide a gritos— y ta
El miedo me carcomía los huesos. Caminaba directo hacia una guarida de lobos.Para ser sincera, no sé qué demonios estoy haciendo. Solo sé que haría cualquier cosa con tal de que Valentina salga de esto con vida.—Detente ahí —ordenó el demente.Estaba oculto detrás de una lona. Solo podía ver su sombra, pero era suficiente para hacer un análisis rápido: medía alrededor de un metro setenta, no era atlético, y su postura encorvada hablaba de alguien tímido, incluso sumiso. Probablemente alguien marcado por maltratos físicos y psicológicos.Su forma de pararse me decía que busca agradar, que anhela aceptación. Y ese tipo de personas, cuando se obsesionan… son peligrosas. Demasiado.—No pienso seguir este juego. Déjame ver a mi hermana, o saldré de aquí… como sea.—Si haces eso, puedo matarla. Y la haré sufrir —y lo decía en serio. Un acosador cumple sus amenazas.Me detuve como pidió, y un momento después, se presentó frente a mí. Fue como ver una película en cámara lenta. Despacio, sin
—¡Tyler! —grité, cayendo de rodillas junto a él mientras Miranda bajaba lentamente el arma, detrás de Dante.Solo yo vi esa maldita sonrisa. Esa que me heló la sangre.El disparo había sido preciso, pero no letal. Tyler respiraba con dificultad, la sangre manaba de su costado. Tenía una oportunidad.—¡Dante, ayúdame a sostenerlo! —le grité sin pensarlo dos veces, mientras mis manos ya buscaban dónde presionar—. No está muerto. ¡No aún!Él dudó un segundo, su arma aún apuntando al frente, cubriéndonos, pero luego se inclinó con rapidez para ayudarme.—Necesito algo para hacer presión… ¡una camisa, una tela, lo que sea! —dije, ya desgarrando el bajo de mi pantalón para improvisar una venda.Presioné con fuerza la herida, intentando frenar la hemorragia. El pulso era débil, pero aún estaba ahí.—Vamos, Tyler. No te atrevas a dejarme ahora —le susurré—. Tienes que decirme dónde están.Los ojos de él apenas se entreabrieron, su mirada vidriosa, desorientada. Movió los labios, un murmullo q
Volví al pasillo del hospital con pasos decididos, el eco de mis tacones marcaban el ritmo de mi furia. Los vi. A él, a Miranda, y sus secuaces, entre ellos a Lucas… como si fueran simples espectadores de una obra sangrienta que ellos mismos habían montado.Dante me miró cuando me acerqué, como si esperara una explosión. Y tenía razón.—Necesito hablar contigo. Ahora. A solas —solté con frialdad, sin espacio para objeciones.Miranda rodó los ojos, como si aquello le resultara molesto.—¿Otra escena de celos, princesa?—Si abres la boca una vez más, no respondo —le advertí, sin mirarla siquiera—. Dante.—Sophía, cuida el tono en el que le hablas.— mentiría si dijera que eso no me molestó, y no solo eso. Me hirió —¿Se va a romper la princesa de hielo?— ella como siempre fingiendo estar dolida, es que ni eso saber hacer.¿Cómo este idiota no se da cuenta?—Sophía— su tono fue de advertencia, abrazo a la teatrera y literalmente, me ignoró. —Puedo hacerte un show en este lugar, si es lo
POV DANTE El ascensor tardó siglos en llegar, y yo no dejaba de apretar el botón como si eso fuera a hacer alguna diferencia. Necesitaba aire. Un trago. Un grito. Algo que me ayudara a sacar esta mierda de adentro.Las puertas se abrieron con un pitido metálico, y salí al pasillo. La enfermera de guardia me saludó, pero no le devolví el gesto. No podía fingir que todo estaba bien. Porque no lo estaba.Había dejado a Miranda en la sala de urgencias, limpiaban las heridas. Salí con la excusa de buscar algo en el auto, pero la única verdad era que me moría por dentro.¿Cómo se atreven hacerme esto? ¿Besarlo, frente a todo un maldito hospital?Quería matarlo, terminar lo que empecé en la cafetería. Pero entonces recordé que ella…ella siente algo por él y desee haber hablado el gatillo esa vez para acabar con él. No puedo perdonarle esto, haré que lo pagues Sophía, te lo aseguro. La azotea estaba desolada. El frío me golpeó de frente pero no me importó, necesitaba sacar toda esta maldi