NARRADOR OMNISCIENTE
Unos pasos resonaron en el porche de madera.
—Está aquí —anunció uno de los guardias.
La puerta se abrió lentamente. No hubo gritos, ni armas levantadas. Solo una mujer entrando con una calma gélida, la misma que precede a una tormenta.
Galadriel.
Vestida de negro, con el cabello recogido en una cola y el rostro firme como el mármol. Su sola presencia hizo que hasta el aire pareciera contener la respiración.
Sus ojos fueron directo a Sophía. La vio. La reconoció. El alma se le desgarró… pero no mostró emoción. No podía mostrarse débil frente a esa víbora de Victoria.
Victoria dio un paso al frente.
—Llegaste, aunque tarde, pero llegaste. Pensé que dejarias morir a tu princesa.
Galadriel la miró, impasible.
—Llegué justo a tiempo para ver cómo termina tu miseria.
Valentina se cruzó de brazos, sonriendo.
—Qué discurso tan valiente. ¿Sabes? Me preguntaba si llorarías. O rogarías. Pero no… sigues tan arrogante como siempre.
—No vine a hablar con basura. Vine por mi