Elena permaneció inmóvil frente al espejo, los dedos rozando la marca brillante en su cuello, el corazón golpeando con fuerza en el pecho. Darian había retrocedido unos pasos, dándole espacio. Ella lo sintió retirarse con esa calma que ocultaba una tormenta, cerrando la puerta del baño tras de sí. El silencio cayó de golpe, solo roto por el murmullo lejano de la casa y el pulso acelerado en sus sienes.
Entonces la voz resonó, clara, femenina, vibrante, dentro de su cabeza.
—Llegó el momento de hablar contigo, humana.
Elena se aferró al borde del lavabo. —Nix… —susurró, temblando.
La voz sonrió con una fuerza que ella pudo sentir como un cosquilleo en su piel.
—Sí. Soy yo. Tu loba. La otra parte de ti que por fin pudo despertar.
Elena negó lentamente con la cabeza, incrédula. —¿Por qué hasta ahora? ¿Por qué nunca me hablaste antes?
El tono de Nix se volvió grave. —Porque tu cuerpo era débil. Vivir toda tu vida creyendo que eras una simple humana te debilitó. Tu organismo no estaba list