Elise
Cada vez que veía algo en las noticias sobre mí, me daba náuseas. Sin embargo, intentaba calmarme y pensar que sobreviviría a esto, que Alessio sería capaz de cuidarnos.
—Veronique está muy enfadada —le dije a Alessio mientras guardábamos todo en las últimas maletas—. Ya no sabe qué hacer ni qué decirme para que me quede.
—Yo también lo lamento, Elise, pero ante lo que acaba de pasar, no podemos quedarnos. ¿O acaso te lo estás planteando?
—No, para nada. Pero sí estoy pensando que tal vez podríamos quedarnos aquí en la ciudad.
—¿Qué? ¿Estás loca?
—Alessio, no quiero volver a escapar —admití—. Apenas estamos acostumbrándonos a esta nueva vida y…
—Elise, sabías perfectamente que tarde o temprano tendríamos que irnos.
—Lo sé —dije con voz rota y lágrimas en los ojos—, pero es que…
No pude evitar echarme a llorar mientras me sentaba en la cama, junto a mi maleta.
—No es justo, no es justo —sollocé—. Estaba haciendo amigos, Alistair estaba contento. ¿Por qué tuvo que pasar es