Andrei
Jamás había sido afecto a las redes sociales ni a ver la televisión, pero desde que había ocasionado un desastre para mi pequeña Elise, estaba todos los días pendiente de que la prensa publicara bien todas las consecuencias de su partida.
—Mi pequeña —susurré mientras me masturbaba con la foto más erótica que le había tomado.
Ella sangraba profundamente y mantenía una expresión confusa debido al flash de la cámara. Todavía recordaba sus cuestionamientos sobre las fotos que le tomaba, y estaba seguro de que lloraría de felicidad en cuanto la fotografiara por todos lados y la revisara de pies a cabeza.
—Quiero tenerte, quiero olerte y… ¡Carajo! Te cortaré las piernas para que no vuelvas a escapar.
Eyaculé al pensar en eso, salpicando mi celular. El rostro de Elise estaba cubierto de mí, como lo estaría cuando volviéramos a vernos.
—Estoy cansándome, tienes que aparecer —dije temblando mientras me levantaba de la cama—. Cada vez es más…
Lancé el celular lejos y comencé a cam