Andrei
—Cuidar de ellos —dijo Zyran cuando le conté lo que pensaba—. Cuidar de ellos y tomarles fotos.
—Exacto, las mejores fotos —asentí.
—No me preocupa que me dejes a cargo, pero son los funerales de tu madre. Además, negociaste con ese tipo.
—Por él no te preocupes, vendrá cuando se acuerde del trato que hicimos —me encogí de hombros—. Se dice que a Drakos ni siquiera le gustan las mujeres.
—¿Entonces, para qué le vendiste a tu hermana? —preguntó confundido.
—Porque sí necesita una mujer, así como cada líder del consejo la necesita.
—Ustedes son tan extraños —suspiró—. En fin, me haré cargo. Después de todo, creo que no tengo otra opción, ¿verdad?
—No, no la tienes —negué con la cabeza—. Pero, Zyran, eres afortunado. Tienes en tus manos mucho poder y lo que más quieres en el mundo asegurado.
—A veces lo dudo. Mi mujer está loca —se rio, pero dejó de hacerlo al notar mi expresión—. Lo siento, Andrei. Sé que la echas de menos.
—Sabes que es más que eso. Y, demonios, no sé có