Elise
—Mi pequeña Elise —susurró en mi oído mientras me embestía con fiereza, causándome mucho dolor y placer al mismo tiempo.
Mis uñas se hundían cada vez más en su carne, pero eso no parecía molestarle, al contrario.
—Nunca más volverás a escapar de mí —dijo sin aliento, mirándome con angustia y desesperación—. Me perteneces, mi fenómeno de circo.
—No, no lo hago —gimoteé—. No soy tuya, nunca…
Mis protestas se convirtieron en gemidos. Con su mirada era capaz de doblegarme, por lo que supe que lo mejor era volver a escapar y mantenerme alejada de él. Mi cuerpo me traicionaba, estaba entrenado por él.
Poco a poco, me di cuenta de que mis dedos se caían uno por uno, sin que Andrei tuviera que hacer nada. Él sabía lo que me estaba pasando, porque sonreía.
Mis brazos y mis piernas fueron lo siguiente en caerse, dejándome bajo su peso y su mirada terrorífica. Aun así, mi cuerpo traicionero le regaló un orgasmo.
—Eres mía para siempre, siempre, siempre.
Cuando me succionó los pechos, m