Elise
No quería mirar atrás después de todo lo que había pasado, y no lo haría, pero no podía evitar que mi corazón latiera a toda velocidad mientras pensaba en que ese hombre estaba más cerca de nosotros de lo que habríamos imaginado.
Por alguna razón, siempre lo sentía cerca, así como Alistair.
—Mami, papi, papi —gritaba Alistair, agitando los brazos.
—No, mi amor, papá no está aquí —lo tranquilicé, pero él lloró más fuerte.
—Sí, sí está —me contradijo—. Mami, quiero a papi.
Tragué saliva mientras le acariciaba la cabeza. ¿Cómo le explicaba a mi bebé que, si él nos encontraba, posiblemente no volveríamos a vernos? Andrei me haría las cosas más inimaginables, y podría irme despidiendo no solo de mis dedos, sino de todas mis extremidades.
—Lo sé, cariño, pero no es momento —insistí—. Por favor, bebé, no pidas a papá.
—Papi —sollozó—. Quiero a papi.
Por un segundo, pensé en pedirle a Alessio que se detuviera y nos devolviera con Andrei. Ya no podía soportar el sufrimiento de mi