Elise
Años antes
Los meses de mi embarazo, aunque transcurrieron en cautiverio, fueron más apacibles de lo que jamás hubiera imaginado. Sin embargo, el miedo a ser torturada nuevamente no desaparecía y siempre me encontraba cuidando mis palabras y acciones. Jamás lo lograba del todo, ya que los ánimos de Andrei eran más delicados que un cristal.
Aun así, mi vientre abultado siempre me protegía de su violencia. Por eso, me preocupaba pensar en lo que pasaría cuando Alistair naciera.
Al saber que era un niño, sentí un alivio profundo. No es que me desagradaran las niñas o que no la hubiera protegido si lo hubiera sido, pero con lo enfermo que estaba Andrei, prefería no correr riesgos.
Si era difícil soportar la violencia que me ejercía, sería aún más doloroso que intentara algo con nuestra hija.
Me paré frente al ventanal y acaricié mi vientre. Mi bebé daba ligeras patadas, haciéndome descansar de los terribles dolores que había soportado la noche anterior. Como ya me acercaba a la f