Enzo y Valeria llegaron juntos a la empresa, pero tomaron caminos separados.
Él tomó el ascensor a la planta cinco, donde se ubicaría su nueva oficina como vicepresidente. Ella subió a la última planta, donde Rodrigo ya la esperaba.
—Este es el informe del cierre trimestral, y también incluí el avance del próximo proyecto —comenzó Rodrigo sin perder tiempo. Era un hombre demasiado eficiente. Aburrido, incluso. O eso era lo que le parecía, ya que pocas veces lo había visto sonreír.
Valeria asintió, pero apenas leyó el informe. Sus dedos se movían lentamente sobre el papel, pero su mente estaba lejos.
—¿Ocurre algo de lo que no me haya enterado? —preguntó el hombre, notando su distracción.
—No —dijo rápido. A la defensiva—. O bueno, sí, es Verónica… Me preocupa su situación.
En parte era verdad. Pero no era su hermana lo que le aceleraba el corazón en ese preciso instante. Era el recuerdo de lo ocurrido con Enzo.
—¿Quieres que vaya a verla? —ofreció. Realmente era su mano derecha en tod