Rodrigo llegó al centro de rehabilitación poco después de las once de la mañana. Se presentó en la recepción y pidió ver a Verónica Muñoz, solicitando un informe general de su estado.
Una doctora lo condujo a un pequeño despacho.
—Verónica ha mostrado avances clínicos —comenzó ella—. Pero emocionalmente está muy afectada por la pérdida de su pareja… y su embarazo.
Rodrigo levantó la mirada con sorpresa. Parpadeó un par de veces.
—¿Está embarazada?
—Sí. De pocas semanas. Supimos hace poco, ella no lo había dicho al ingresar. Fue en una revisión médica rutinaria.
—¿Ha dicho si piensa tenerlo?
—No parece quererlo —admitió—. No habla mucho del tema. En realidad… no habla mucho de nada.
—¿Y eso es normal?
—Lamentablemente, sí. Pero ver caras conocidas puede ayudarla a romper esa burbuja. ¿Usted es cercano?
Rodrigo iba a negar. Iba a decir: “no, no soy nadie”, pero cuando se dio cuenta, ya estaba caminando por el pasillo hacia la habitación asignada.
No entendía muy bien por qué lo hacía.
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