Damián
—¡Suéjtense! ¡Vayan atrás!
—¡Alfa! —gritaban mis guerreros.
Ellos tenían que alejarse. Magnus estaba herido más allá, pero yo me encontraba al borde del vacío.
—¡Es una orden de su alfa! —grité mientras el abismo parecía dispuesto a tragarse todo de forma inminente.
El hueco era como un dragón hambriento intentando devorar cuanto encontraba a su paso. Vi caer armas, piedras enormes, mientras Petra seguía gritando en plena caída. Era una mezcla de llanto, murmullo y cántico. No entendía bien qué decía y, en ese momento, no me importaba.
—¡Nora! —Me arrastré con los codos. El vacío era tentador, la tierra me llamaba, pero tenía que resistir.—Nora… —suspiré al ver que Fabrizio la sostenía con un brazo, mientras con la otra mano se presionaba su propia herida.
—Joven alfa…
—Aquí estoy, aquí estoy…
—Tu hermana, la guerrera… me salvó —dijo el vampiro aún afectado. Una herida como de quemadura se extendía por el cuello del vampiro elegante. Pero mi hermana… ella…
—La poción —dije al