Damian
Si preguntaras a mis guerreros cómo era como alfa, dirían que precavido, muy trabajador y que siempre daba el doscientos por ciento. Que, si tenía una debilidad, la ocultaba y trataba; que era capaz de aprender lo que fuera necesario. Muchos dirían que eso era devoción o compromiso con mi gente.
Posiblemente sí. Sentía que le había fallado a mi madre desde el momento en que no pude salvarla. A mi padre cuando nunca pude hacerlo sentir orgulloso. Pero la realidad era que ese Damián esforzado, que buscaba hacer lo correcto, era simplemente alguien con miedo, que había entendido que tenía que cambiar para poder ser reconocido. Tenía que ser siempre más y era imposible.
Pero justo cuando ya no tenía que demostrar nada para ser respetado, fue cuando todo empezó a fluir. Me había dejado ayudar y el ónix, el verdadero poder que escondían nuestras tierras, mi gran legado, empezó a reconocerme.
—Ahora somos tú y yo, Petra. Mataste a mi hermano porque su sangre de alfa y heredero te darí