— Pareces bastante entretenida — una voz conocida y masculina resonaba en su oído, los brazos fuertes y masculinos rodearon su cintura y pronto se sintió atrapada por el dragón.
— Te perdiste el espectáculo, debiste ver como aquella ryzhaya desprecio de nuevo a Fernand — dijo Ekaterina sin perder su semblante estoico.
— Oh cierto, no lo pude ver, pero es la comidilla de todo la manada desde hace meses, golpe bajo para nuestro buen Fernand — dijo el joven hombre de rasgos hermosos y delicados.
— Se lo tiene merecido, me divierte ver como aquella niña lo desprecia — dijo Ekaterina sin inmutarse.
— Eres una mujer fría, cualquier otra estaría llorando al ver a su amo y señor hacer esas escenas, cualquiera podría esperar que la heredera de la temible loba asesina rusa, hubiese sacado su arma para disparar al infame que la tomo para si mismo en contra de su voluntad y que la engaña con demasiadas mujeres a la vez, aunque, por supuesto, la marca en tu cuello dicta que no puedes oponerte a él