El agua fría era bien recibida luego de un par de horas en su gimnasio privado, nadar en su lujosa piscina era un delicioso placer para tomar después de ejercitarse, dando una revisada rápida a su celular se sintió complacido al ver la cantidad de mensajes que sus ardientes chicas le dejaban invitando a sus más oscuros deseos a salir desmedidos, Fernand se consideraba a sí mismo como un enamorado empedernido, pasaba sus días disfrutando de mujer en mujer siempre dispuesto a enredarse con cuanta belleza se atravesará en su camino, nunca jugaba, en cada aventura vivida había sentido un deseo desbordante por cada una de aquellas bellezas, pero aquel deseo abrumador y repentino, se marchaba tan repentinamente como había llegado, gustaba de comprar regalos sumamente costosos a sus enamoradas, así cuando se esfumara la magia no había arrepentimientos, su más reciente interés había nacido con Juliette Lambert, la hermosa rubia que lo había estado evadiendo, y aquella a la que había elegido p